El Real Instituto Elcano publica anualmente su informe del Barómetro de la Imagen de España, donde se recogen datos sobre los estereotipos vigentes e ideas que se asocian a nuestro país a nivel mundial. Las percepciones que generamos como país pueden tener un peso decisivo en las relaciones comerciales, pues muchas de nuestras compras se guían por impulsos irracionales, estereotipos o prejuicios. Es más, la imagen que proyecta nuestro país podría incluso condicionar la elección entre uno u otro proveedor. No es raro oír que los alemanes o japoneses son excelentes técnicos, rectos y disciplinados; los chinos sólo cuidan el precio en detrimento de la calidad; los latinos son tranquilos y flexibles en plazos; los rusos agresivos; los italianos elocuentes… ¿Pero cómo nos ve el mundo a nosotros?, ¿Qué es lo que se espera de un producto español?

A veces un sello de “fabricado en España” puede ser un símbolo de calidad y confianza, pero otras podría resultar perjudicial. Por ejemplo, entre países latinos España es considerado un país tecnológicamente avanzado, pero no así entre sus socios europeos del norte. Mientras que un viñedo o una firma de alimentación se verá beneficiada de la buena imagen de nuestra gastronomía, un fabricante de maquinaria, por ejemplo, tendrá no pocas dificultades en desmentir que sus productos son de menor calidad que los alemanes.

Mientras que existe una clara debilidad en el tema tecnológico, una interesante fortaleza de los españoles es, a pesar de los sonoros escándalos de corrupción, la imagen de honestidad y buena ciudadanía que proyectamos.

Por otro lado, también es interesante la sensación de “abandono” que los portugueses sienten por parte de los españoles, cuando realmente es uno de los mercados con mayor peso en nuestras exportaciones  y con el que – según afirman ellos mismos – debería establecerse algún tipo de asociación o colaboración ibérica diplomática y comercial.

En las valoraciones generales de la marca España destacan como dos polos opuestos, las tan positivas de los estadounidenses y, por el contrario, las más negativas de nuestros vecinos marroquíes.

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